La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la droga como toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración, de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo. Es además susceptible –aunque no en todos los casos– de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas. Esta definición aplica tanto a las sustancias lícitas como a las ilícitas.
El uso problemático es aquel que afecta negativamente, en forma ocasional o crónica, uno a más aspectos de la vida de la persona que consume una sustancia psicoactiva: su salud física o mental, sus relaciones sociales primarias (familia, pareja, amigos) o secundarias (trabajo, estudio) y sus relaciones con la ley.
Cuando una persona está en una situación de consumo problemático de sustancias es porque ha encontrado una respuesta ante sus padecimientos a través de sus consumos. Este es el recurso que aparece como salida o tramitación de ciertos padecimientos.
Las adicciones se establecen cuando las personas sienten que no pueden prescindir de una sustancia o de una actividad, la cual se consume o se realiza de forma continuada en el tiempo. Esto desarrolla una relación de dependencia que conlleva a la pérdida del control sobre los actos relacionados al hecho de consumir; es decir, que predomina una conducta compulsiva. Una persona que ha desarrollado una adicción experimenta el síndrome de la abstinencia. Al alejarse del objeto de consumo, esta persona sufre angustia, ansiedad e irritabilidad, y vuelve a consumir no tanto para buscar satisfacción (como en un inicio) sino para evitar el malestar de dichos síntomas. Esta necesidad imperiosa de consumir deja progresivamente de lado otras esferas de la vida, como el estudio y las actividades recreativas no vinculadas al consumo, y además impacta en las relaciones sociales más cercanas (amigos, familia, pareja).
En la sociedad actual, el consumo de drogas se considera un problema de salud. Durante muchos años, la respuesta más frecuente fue el disciplinamiento social, lo que se tradujo en la estigmatización y la discriminación de las personas que consumen drogas.
No obstante, desde hace algunos años se está produciendo un cambio de paradigma a partir del cual la problemática del uso y abuso de sustancias psicoactivas no busca respuestas a través de una actitud punitiva y criminológica, sino a partir de una posición enfocada en la salud. Entendiendo al consumo problemático como aquel que, mediando o sin mediar sustancia alguna, afecta negativamente, en forma crónica, la salud física o psíquica del sujeto, y/o las relaciones sociales.
Modalidades de consumo
Existen diferentes modalidades de consumo de sustancias con efecto psicoactivo, que radican en el tipo de relación que se establece entre los sujetos y las sustancias. Se reconocen cinco modalidades de consumo que implican algún riesgo para la persona y para su entorno:
• Consumo experimental. La motivación para el consumo está guiada por la curiosidad o el deseo de conocer las sensaciones que brindan las sustancias. Este tipo de consumo es muy habitual en la actualidad, ya que culturalmente se valora de manera positiva el hecho de “vivir experiencias”. De todas maneras, puede ser problemático si se consume una sustancia en exceso, aunque sea una única vez.
• Consumo recreativo u ocasional. La motivación para el consumo de algunas sustancias muchas veces no se relaciona con problemas personales o sociales, sino más bien con las expectativas de alcanzar un estado anímico positivo inmediato o alargar los tiempos de diversión. Este tipo de consumo se da en determinadas ocasiones o momentos de la vida, como puede ser una reunión con amigos en un fogón o una salida nocturna a un boliche.
• Consumo habitual o regular. Este tipo de consumo es frecuente, cotidiano y no se asocia a situaciones exclusivas. En algunos casos, se produce un progresivo aumento en la frecuencia o la cantidad de sustancia consumida. Suelen aparecer consecuencias a nivel físico, personal y social que están íntimamente relacionadas con el acto de consumir en situaciones cotidianas y diversas.
• Consumo compulsivo o abusivo. Este consumo, además de ser regular, es excesivo. Dado que la persona desarrolla tolerancia frente a la sustancia y necesita aumentar su consumo (frecuencia o cantidad de sustancia) para conseguir el mismo efecto. Además, el abuso siempre conlleva a la aparición de consecuencias a nivel físico, personal y social derivadas del comportamiento compulsivo.
• Dependencia. Se establece cuando se ha desarrollado un trastorno adictivo, marcado por la cotidianeidad del consumo y el aumento en la cantidad consumida, lo cual afectada las actividades sociales, laborales y familiares. Además, trae consecuencias a nivel físico, psíquico, económico y legal. A pesar de que el consumo es dañino, la persona repite esa conducta de manera compulsiva, sin poder controlarla.
Tanto el consumo problemático como la adicción generan alteraciones en la vida de las personas y de su entorno. Sabemos que quien recurre a alguna sustancia busca algún alivio frente a alguna situación que le resulta insoportable y que puede ser absolutamente subjetiva y esto nos da la posibilidad de tratar su situación emocional para que pueda tramitar ese malestar, ese dolor, a través de la terapia. Una adicción es muy difícil de superar sin ayuda profesional.
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